domingo, 25 de octubre de 2015

Movimientos de las avutardas comunes.

Después de tanto tiempo con este blog me animo a hacer una primera entrada sobre la especie reina de nuestras llanuras cerealistas: la avutarda común. Por su tamaño, por biología y por su espectacular baile de cortejo atrae la mirada de muchos aficionados a la ornitología, tanto que vienen desde fuera de nuestras fronteras para observar a estas magnífica ave. No es para menos, según las estimas poblaciones en la Península Ibérica acogemos a más de la mitad de su población mundial, con un censo total de 22,429 ejemplares según podemos leer en el monográfico de SEO/Birdlife publicado en 2005 sobre esta especie.
En la Comunidad de Madrid las estimas daban un resultado de 1.300 animales reproductores. Es bien sabido que estos animales son fieles a su zona de reproducción, desplazándose ésta de año en año unos pocos metros. Estas zonas son conocidas como leks, y en la ZEPA nº 139 contamos con varios, que por motivos obvios son totalmente desconocidos por nosotros (habrá que dejar tranquilas a estas aves y que disfruten de sus momentos más íntimos en soledad).



Después de la época reproductora los machos pueden permanecer en la zona de lek o bien realizar pequeñas migraciones, de unos pocos kilómetros de distancia. Al igual que los machos, las hembras también siguen unos patrones aunque ligeramente diferentes. Éstas, durante la incubación y cría de sus pollos pueden permanecer bien en las inmediaciones del lek o bien desplazándose más o menos del mismo para llevar a cabo estas tareas. En cualquier caso, lo que sí es importante es que aquellas avutardas que realizan migraciones son muy fieles tanto a su lek como a su área de invernada. Como una idea peregrina se me ocurre que tal vez sea tan necesario conservar los leks como sus zonas de invernada.



Esto, y muchas más cosillas, se han descubierto gracias a estudios científicos. Yo no he realizado ninguno de estos estudios, simplemente soy un observador de aves al que le gusta fijarse tener en cuenta los patrones que van siguiendo las aves a lo largo de las estaciones y de los años.

Hay biólogos que sí realizan estos estudios en la ZEPA nº 139 (avutarda marcada).

Hay una zona dentro de la ZEPA nº 139 a la que tengo especial aprecio. En esta zona comienzo a observar bandos más numerosos a partir de septiembre de cada año. En verano, el número de las mismas es mucho menor e incluso no se las ve por allí. Poco a poco va aumentando en número, hasta llegar a formar concentraciones que superan el centenar de ejemplares invernantes. Estas cifras se suelen dar desde finales de noviembre hasta finales de febrero, fecha a partir de la cual el número de avutardas que utilizan esta zona va disminuyendo ya que tanto machos como hembras se empiezan a dirigir a sus respectivos leks.

Avutardas observadas en octubre.
Avutardas observadas en noviembre.
Avutardas observadas en diciembre.
Avutardas observadas en enero.
Avutardas observadas en febrero.


 Aunque siguen este patrón en su comportamiento anual, en la temporada invernal de 2014-2015 el número de avutardas que utilizaron esta zona fue sensiblemente menor, llegando a ver normalmente la media centena de avutardas. Perito, esto se basa en mis percepciones y ni mucho menos es un estudio científico. Sin embargo, pienso que esto también se debe al uso del suelo que se ha producido en años sucesivos, pasando de campos cultivados con rastrojeras en un año, a campos cultivados al siguiente y en este último únicamente rastrojeras. Además, en algunas parcelas nos encontrábamos plantaciones que atraen a las avutardas, como la veza o la colza. Estas especies cultivadas en la temporada pasada se situaban en zonas diferentes, de forma que era más fácil observar avutardas en estos mismos lugares. 


Además, me hacía otra pregunta muy sencilla. Desde dónde venían y hacia dónde iban tras pasar el invierno por aquí. La pregunta es sencilla, aunque difícil de responder ya que no cuento con ningún método de seguimiento. Sin embargo, sabemos que los desplazamientos que realizan son relativamente cortos. Estas avutardas que pasan el invierno por aquí parece que proceden de dos zonas diferentes dentro de la ZEPA nº 139, tanto al norte como al sur.
Y aunque prefieran permanecer en este lugar, durante el mismo invierno no dejan de realizar desplazamientos más largos hacia otras zonas que también utilizan para alimentarse o descansar. 




Así, por lo que he podido ver hasta el momento, es que las avutardas tienen una zona de invernada que utilizan todos los años en mayor o menor medida en función de la rotación de cultivos, y que éstas además que proceden de al menos dos zonas diferentes dentro de la ZEPA nº 139. Seguramente existan otras zonas de invernada, pero o bien las desconozco hasta el momento o bien no he conseguido dar con un patrón más o menos establecido.

Como curiosidad, el primo pequeño de la avutarda, el sisón común, parece que también sigue algunos patrones en sus movimientos. Pero dado que su número es bajo, su difícil detección y a la disminución de su población no he podido fijarme mucho en ello. Lo que sí puedo decir es la presencia de grupos de unos 30-40 ejemplares entre septiembre y noviembre en dos años alternos coincidiendo con la presencia de rastrojeras en ese mismo lugar.

viernes, 17 de julio de 2015

Campaña de conservación de aguiluchos en Valdepiélagos, Talamanca de Jarama y Valdetorres de Jarama.

En esta ocasión no voy a compartir con vosotros una experiencia personal, si no la crónica de una labor tan loable como es la conservación de los tres aguiluchos reproductores en la Península Ibérica, exactamente en la parte norte de la ZEPA nº139 Estepas cerealistas de los ríos Jarama y Henares. Debo decir que no he participado directamente en la misma, pero debido a su interés no he podido dejar de hacerme eco. Agradecer a los responsables de esta campaña, el grupo local SEO-Sierra Norte de Madrid, que accedieran a la publicación de un artículo divulgativo en este blog. El texto y las fotografías son de propiedad de SEO-Sierra Norte de Madrid.


Introducción:

SEO-Sierra Norte de Madrid es un grupo local de SEO/BirdLife creado en diciembre de 2013. Cuenta con numerosos miembros que participan activamente en campañas de educación ambiental, excursiones mensuales, revisión de estudios de impacto ambiental de proyectos locales y tareas de difusión y sensibilización ambiental, como una columna en el periódico Senda Norte y la organización de actividades en el Día de los Humedales y el Día de las Aves (https://es-es.facebook.com/pages/SEO-Sierra-NORTE-Madrid/699823493374332).
En los primeros meses del 2015 nos propusimos continuar la campaña de protección de nidos de aguiluchos que en los cuatro años anteriores había desarrollado la Asociación Conservacionista Medioambiental Milenrama en colaboración con GREFA (https://es-es.facebook.com/asociacionmilenrama).
Las especies objetivo son los tres aguiluchos que crían en los términos municipales de Valdepiélagos, Talamanca de Jarama y Valdetorres de Jarama: Aguilucho cenizo (Circus pygargus), aguilucho pálido (Circus cyaneus) y aguilucho lagunero (Circus aeruginosus). Y el objetivo, salvar de las cosechadoras nidos y pollos, bien con protección in situ, bien ex situ mediante traslado de pollos a un centro de recuperación de fauna como GREFA o el Centro de Recuperación de Animales Silvestres (C.R.A.S.) de Madrid.

Foto aérea zona de trabajo de campo.

En el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas el aguilucho cenizo aparece registrado como “Vulnerable”, mientras que los aguiluchos pálido y lagunero se recogen como “de Interés Especial”. El Libro Rojo de las Aves de España, editado en el año 2004, califica al aguilucho cenizo como "Vulnerable", indicando como uno de los principales problemas de conservación el solapamiento de la recolección del cereal con el periodo reproductor.
Por su parte, en el Catálogo Regional de Especies Amenazadas de la Comunidad de Madrid, el aguilucho lagunero se encuentra en la categoría “Sensible a la alteración de su hábitat”, el cenizo en la de “Vulnerable” y el pálido en la de “De interés especial”, a pesar de lo cual no cuentan con un Plan de Recuperación de la especie.
Conservar estas especies no sólo es una cuestión de cumplir con las leyes de protección de la naturaleza, es mantener en los sistemas agrícolas un depredador de otros animales que viven en y de los cultivos: ratones, topillos e insectos, principalmente ortópteros.
Tanto el aguilucho cenizo como el pálido anidan en campos de cereal. En el caso del lagunero, aunque prefiere zonas húmedas de carrizo o juncos, se ha constatado su anidamiento también en cultivos de cereal, por lo que sufre la misma amenaza de destrucción de nidos y polladas durante la recolección.


El trabajo de campo:

Empezamos en el mes de abril a conocer el territorio por el que íbamos a localizar nidos, recorriendo caminos y buscando buenos oteaderos. En estas primeras jornadas ya tuvimos ocasión de contemplar los primeros vuelos nupciales y la selección de ciertas áreas de querencia por algunos individuos.

Zona de trabajo en el mes de abril.

En mayo dedicamos las primeras horas de la mañana y últimas de la tarde de numerosos días para confirmar el establecimiento de algunas parejas en ciertas parcelas. Esto se comprueba por la repetición de entradas de hembras de aguilucho a un lugar en concreto y, en ocasiones, la ceba de las hembras por parte del macho en los alrededores.




A principios de mes de junio, ante el rápido secado del cereal como consecuencia de una semana excepcionalmente calurosa en el mes de mayo, iniciamos la confirmación de nidos. Una persona se dirigió al lugar donde se había visto en repetidas ocasiones salir o entrar una hembra, con las indicaciones de una segunda persona que, desde la distancia, mantiene las referencias que la primera, metida en un campo de trigo o cebada, pierde con facilidad.

Macho de aguilucho cenizo.

De esta manera se localizaron cinco nidos en cereal (los nidos situados en juncales, siempre de aguilucho lagunero, estaban fuera de peligro). Cuatro eran de aguilucho cenizo, uno de aguilucho lagunero y ninguno de pálido, a pesar de haber visto en repetidas ocasiones tanto machos como hembras de esta especie.
Conocida la situación de cada uno de los nidos, en cuanto a número de huevos o pollos, tocaba tomar una decisión sobre cómo actuar para protegerlos de las cosechadoras. Hay varias posibilidades que en otros lugares se han llevado a cabo, que pueden dividirse en dos tipos:
  • Conservación ex situ, es decir, retirada de huevos y pollos del nido antes de la recolección y transporte a un centro de recuperación de fauna.
  • Conservación in situ. Aquí hay experiencias de: petición de retraso de la siega; vallado del entorno del nido con malla o con pastor eléctrico; mantenimiento de rodales de al menos 3x3 metros sin cosechar o con corte de cosechadora a la altura de la espiga dejando los tallos en pie; traslado del nido a un lugar cercano y seguro como barbechos con vegetación o linderos amplios.


La elección de alguna de las estrategias anteriores depende de la voluntad de agricultores y cosechadores, así como de la edad de los pollos, pues si son muy pequeños o hay huevos, su supervivencia en campo durante todo el periodo que les queda de crianza es muy baja al quedarse con un refugio muy mermado. En cambio, si los pollos tienen más de 10 días, tienen más autonomía y posibilidades de sobrevivir a ataques de depredadores. 


La hora de la verdad:

Aunque hemos mantenido contacto con agricultores, la cosecha depende de tantos factores (climáticos, disponibilidad de cosechadores) que finalmente el inicio de la siega nos pilló de improviso, aunque con los nidos ya marcados con una caña no muy visible desde lejos pero sí destacable de cerca. Afortunadamente la capacidad de respuesta de los miembros del grupo ha sido rápida y positiva, sacando horas libres improvisadamente. Gracias a ello, mejor dicho, gracias a ellos, se ha podido proteger dos nidos de cenizo, acompañando al cosechador, avisándole de su situación, dejando un rodal de tallos de trigo en pie. En uno de ellos, cosechado tempranamente, se valló posteriormente con malla de gallinero para reducir las bajas por depredación. Dos pollos llegaron a los primeros vuelos. En el otro, tres han sido los pollos que han volado.
En otro caso, con el nido marcado con una caña, no supimos de la entrada de la cosechadora hasta que vimos el campo segado. Y lamentablemente encontramos a un pollo volantón muerto, que habría intentado huir de la máquina pero no lo consiguió.
En otro nido marcado con una caña la causa de la pérdida de pollos fue natural, habían sido depredados.
Y finalmente, supimos de un nido de aguilucho lagunero con tres huevos del que nos avisaron los propios cosechadores y que, sin decirles nada, dejaron un rodal sin cosechar. Dicho rodal en medio del campo nos hizo pensar que sería objetivo de depredadores por lo que decidimos vallarlo. Lamentablemente la hembra, para la que ya era una segunda puesta, no aceptó nuestra presencia o la del vallado y no regresó a incubar los huevos. Alarmados por el tiempo que pasaba sin que volviera nos acercamos para comprobar que los huevos estaban fríos, y que posiblemente había pasado un día sin incubar.



Con estos resultados agridulces, queremos expresar nuestro sincero agradecimiento a aquellos agricultores y cosechadores que acceden a nuestras peticiones. Pues no tenemos medios para compensarles las pérdidas, sólo nuestro reconocimiento y el de parte de la sociedad presente, y también la futura, que quiere seguir contemplado o tener algún día la oportunidad de observar el planeo de estas aves sobre los campos de cereal.


Aguiluchos cenizos.

Tenemos un sueño...o varios:

El daño a nidos de aguilucho se ha ido incrementando conforme se ha ido adelantando la fecha de la cosecha, merced al uso de variedades de cereal más tempranas. Además, para conseguir mejor grano, la altura de la planta también ha ido mermando con los años. Finalmente, la utilización de plaguicidas en cantidades excesivas causa daños a la fauna que habita en los trigales, incluidos animales que son presas típicas de los aguiluchos como ratones, topillos e insectos.
Uno de nuestros sueños sería corregir la raíz del problema modificando prácticas agrícolas poco compatibles con la conservación de los aguiluchos y, con el conjunto de la biodiversidad de nuestros campos: evitar la reducción de variedades de cereal a unas pocas híbridas, reducir el uso excesivo de plaguicidas, y conseguir épocas de cosecha más tardías, cuando los pollos de aguilucho ya han dejado el nido.  Si realmente se integran las consideraciones medioambientales en la política agrícola, los aguiluchos, como aves beneficiosas y protegidas que son, deberían tener su lugar en los paisajes agrarios.
Otro sueño sería poder dejar rodales amplios, quizá compensando por pérdida de cosecha al agricultor, o con siegas de las cabezas del cereal, para mantener los nidos como están. Y encontrar una solución fiable al efecto “llamada” sobre los depredadores de estos rodales.
Además, como posible solución añadida, nos hemos planteado conseguir un emplazamiento y los permisos necesarios de manejo de estas especies para la ubicación de un hacking. Esto es, una parcela vallada y amplia situada en el mismo entorno donde se pueda trasladar a los pollos más crecidos, pues el traslado a centros de recuperación supone su suelta posterior en zonas alejadas. Y aunque se discute el grado de filopatría de estas especies, esto es, de regreso de adultos reproductores a las zonas donde se criaron, parece que es mejor dejar que se desarrollen en el mismo entorno con la esperanza de que al año siguiente vuelvan a la misma zona.

Desde SEO – Sierra Norte de Madrid queremos agradecer a Ismael Romero la oportunidad de difundir la campaña a través de su blog. Podéis seguir nuestras actividades en Facebook.





lunes, 29 de junio de 2015

Espátula común en Cobeña.

Esto son estepas (o pseudoestepas) cerealistas, un medio de secano donde echamos en falta un poco más de agua. Además, al contrario de lo que ocurre en otros lugares de la Península Ibérica, no contamos con lagunas endorreicas. Estas lagunas endorreicas son una fuente de atracción para las aves acuáticas durante el invierno o los pasos migratorios. Que yo sepa hay dos láminas de agua, formadas por sendas graveras donde sí se pueden ver algunas aves diferentes, como ardeidas, limícolas o anátidas. Dado que ambas son propiedad privada ni siquiera he intentado acercarme a las mismas.
En realidad, hay otras charcas situadas en un parque periurbano, conocido como Dehesa de Cobeña. Antiguamente este entorno se utilizaba para alimentar a la cabaña ganadera de la localidad, conformada por ovino, vacuno y porcino. De este pasado ganadero queda un corral circula con su casta para resguardar a las reses, y una fuente con pilón cuyas aguas se viertes en un pequeño arroyo que desemboca en la primera de las charcas. Son tres las charcas, a diferentes alturas y de pequeño tamaño. Además, cuentan con una población de patos domésticos y domesticados bastante amplia (en número), que cría en el mismo lugar. También se reproducen en la misma la focha común, la gallineta común y parece que también el chorlitejo chico.

Gallineta común.

No es extraño que los paseantes, jóvenes y mayores, vayan con su bolsa de pan duro para dárselo de comer a los patos domésticos. Aunque parece que también las fochas (al menos las más jovencitas) van prestas a comérselo.

Focha común (joven).

Debo reconocer que es un sitio que tenía un tanto olvidado hasta esta primavera. Al parecer, es un buen lugar dentro de la ZEPA nº 139 para al menos escuchar al pájaro-moscón europeo. Después de escucharlos y verlos en un entorno diferente (lagunas manchegas) me lancé a buscarlos por aquí, resultándome más fácil en esta ocasión. Era la primera vez que daba con ellos en este entorno protegido, pese a que anteriormente había visto sus curiosos nidos.

Pájaro-moscón europeo.

Además, esa misma tarde conseguía ver a varios zampullines chicos, dos en cada una de las lagunas. Esta especie también era la primera vez que la detectaba en la ZEPA. A ambas especies las vi de nuevo pasadas varias semanas, pero mi mayor sorpresa fue dar con una pareja de cigüeñuela común muy confiadas.

Zampullín chico.

Me parece muy curioso el comportamiento de determinadas especies (o individuos) en función de la época del año o del lugar donde se encuentren. En este parque ambas cigüeñuelas comunes se mostraban tranquilas ante la presencia de uno o varios seres humanos, mientras que en otros entornos seguramente huirían rápidamente o protegerían su nido. De hecho, su comportamiento me recordó mucho al de un morito que hizo las delicias de muchos ornitólogos que se pasaron por el Parque Isabel la Católica de Gijón. Este nivel de confianza parece ser incluso superior al otro lado del Atlántico, ya que parece que en los humedales estadounidenses las aves de diferentes familias llegan a posar muy cerca para deleite de observadores y fotógrafos. Quien sabe si en un futuro...
A esta pareja de cigüeñuelas comunes las he seguido viendo, junto a otro ejemplar de su misma especie. Además, un día que fui acompañado por el ornitólogo y fotógrafo de la naturaleza Ramón Suárez, quien pudo tomar fotografías de un momento tan íntimo como es la cópula (pinchando AQUÍ podréis ver una de estas fotografías).

Volví allí unas semanas después, con la esperanza de dar con alguna golondrina dáurica, aunque no pudo ser. Las cigüeñuelas no estaban, pero sí una especie mucho más interesante que me dio una grata sorpresa. Era una espátula común. Tras preguntar a unos paseantes sobre si la habían visto anteriormente y confirmarme que no era así, nos entretuvimos todos con tal inesperada presencia. Ellos observándola tranquilamente con mis prismáticas y yo haciéndole unas fotografías. No sé si acababa de llegar de su largo viaje desde el sur de España o del continente africano, aunque sí se encontraba bastante tranquila arreglándose las plumas y descansando.






Espátula común.

Allí nos pilló la noche a todos, observadores, espátula echándose a dormir y una garceta común que llegó tarde buscando algo para cenar.

Espátula común.
Garceta común.

Al marcharme de allí pensaba que al día siguiente esta espátula emprendería su viaje hacia sus cuarteles de cría en Europa Occidental. Mi sorpresa llegó días después, cuando en el blog de GRUSEC pusieron una cita de la espátula para este mismo lugar. Sería la misma que decidió pasar unos días por aquí para reponer fuerzas. Como una oportunidad así no se puede desaprovechar fui de nuevo. En esta ocasión estaba mucho más activa, vadeando la charca moviendo la cabeza de un lado a otro para detectar a sus presas. Generalmente son invertebrados, aunque me pareció que se llegaba a comer algún pececillo. Espero que únicamente comiera peces y no alguno de esos plásticos que se veía flotar.

Espátula común y cigüeñuela común.

Este día también estuvo más acompañada. Había tres cigüeñuelas, bastantes chorlitejos chicos, un andarríos bastardo y un par de avefrías europeas (una adulta y un juvenil).

Cigüeñuela común.
Espátula común.
Fochas, ánades azulones, gallineta, avefría europea y cigüeñuela.

 Rápidamente oscureció, de forma que no pude sacarle muchas más fotografías, pese a que se iba acercando a mi posición. En todo caso no desaproveche y conseguí una de las imágenes que más me ha gustado de este ejemplar.




No nos encontramos ante un humedal de importancia internacional (lugar Ramsar) ni mucho menos, pero ver algunas especies que en este entorno no aparecería de ninguna forma hacen que las charcas de Cobeña sean un sitio particular y más teniendo en cuenta la cantidad de paseante que hay.
Habrá que estar muy atento durante los pasos migratorios (especialmente el pre-nupcial) y el invierno por lo que pueda aparecer.


 P.D: aprovecho para comentar que he actualizado la entrada sobre movimientos migratorios (pinchar AQUÍ para verla) con las últimas citas.

viernes, 5 de junio de 2015

Listado de aves, y algo más.

Hace varios años que comenzaron mis andaduras por la ZEPA Estepas cerealistas de los ríos Jarama y Henares, desde aquel día de primavera en el empezaba a descubrir su potencial ornitológico. Salí una tarde a probar los viejos prismáticos de mi abuelo y unas nociones muy básicas para identificar especies. En cualquier caso, disfruté de un buen número de rapaces, incluyendo una colonia de cernícalos primillas (la cual desconocía hasta entonces). Fue el detonante de lo que a la postre sería mi local patch, como dirían los anglosajones.
Desde entonces no he parado de descubrir lugares nuevos en este espacio protegido, con el mismo material desde entonces. Sigo yendo con unos prismáticos fabricados en la URSS, además de un sencillo equipo fotográfico para realizar fotografías testimoniales que me permitan identificar algunas especies o contar el número de individuos en los bandos más grandes o en movimiento. Eso sí, ha cambiado mi teléfono móvil y gracias a ello voy más ligero, ya que es una herramienta imprescindible al poder actuar como guía de identificación, cuadernos de campo, biblioteca de cantos y reclamos, o mapa.

No es necesario mucho más para salir al campo para disfrutar de sus habitantes. Bueno, me equivoco. Se necesitan otros elementos que tal vez podríamos considerar como inmateriales. El primero, y muy importante es tener ética y respetar al máximo posible a aquellas especies que observamos.
El segundo, y no menos importante, es el conocimiento, el cual se consigue leyendo y observando. Todos los que empezamos en este mundillo tenemos problemas al principio para identificar a determinadas especies, aunque tengamos guías y fotografías delante de nosotros. Desde mis inicios considero que he aprendido mucho, y aun así sigo necesitando ayuda para identificar a algunas aves o para conocer comportamientos que desconocía de otras. De hecho, más de un lector de este blog seguramente piense lo pesado que me llego a poner para conseguir identificar a qué especie pertenecía alguna de las aves que he visto. A veces, ni aun así se consigue, por lo que mejor pensar que ya la veré con mayor seguridad.
El saber sobre los comportamientos de las aves es algo más complicado que conocer a las especies por sus caracteres morfológicos, pero en muchas ocasiones, muy útil. Sin embargo, hay una serie de personas que han dedicado su vida profesional a observar a los animales y estudiar cómo se comportan. A estos científicos, conocidos como etólogos, les debemos mucho. Ahora sólo queda que lo leamos, eso sí, entonces desearemos ver esa conducta determinada en algún momento de nuestras vidas. Así, por ejemplo, cuando una vez leía el Cuaderno de Campo Aves de la Estepa, de Félix Rodríguez de la Fuente, me quedaba ensimismado con este pequeño párrafo: mientras la avutarda sólo es molestada, muy ocasionalmente, por las grandes águilas, la pequeña codorniz ha de evitar el ataque de por lo menos siete cazadores alados, ilustrándose el texto con la figura de un águila imperial. Ni que decir tiene que por aquel entonces me costaba imaginar este lance de caza. Hasta que tuve la gran oportunidad de verlo en directo, con esos viejos prismáticos. Repentinamente un gran bando de avutardas levantaba el vuelo, seguida por una de estas águilas. Al poco llegaba otra, la pareja seguramente, para ayudar a la primera águila a separar y perseguir a una de las avutardas. La pobre decidió posarse, posiblemente para intentar defenderse mejor de sus atacantes. Después no pude ver la escena completa, pues la vegetación tapaba a los protagonistas, aunque al menos vi a una de las águilas levantar el vuelo y posarse cerca, en un lindero. Éste no debe de ser un hecho aislado, pues en otras ocasiones he visto a las avutardas reaccionar rápidamente ante la presencia de una de estas grandes águilas.
En este mismo Cuaderno de Campo, hay una técnica defensiva que también me gustaría observar, en este caso del sisón común para protegerse del halcón peregrino, cuando el primero relaja su esfínter anal y, con asombrosa puntería, ciega momentáneamente a su perseguidor. Me temo que cada año que pase será más complicado ya que los territorios de cría del halcón peregrino de la zona están vacíos, y además, el sisón común está en declive en la ZEPA nº139 (según los últimos datos de los que tengo conocimiento).

Sisón común.

Detenerse para analizar el modo de actuar de las aves nos puede dar muchas pistas. Por ejemplo, últimamente he visto a dos limícolas de colores y diseño similares, aunque de diferentes familias. La primera es la cigüeñuela común. Había una pareja junto a otras especies como tarro canelo (domesticado) y otras anátidas domésticas, fochas comunes y gallinetas comunes. Pese a que muchas de estas especies han criado allí, dudo que siquiera lo haya intentado la cigüeñuela. Además, el comportamiento tan pacífico que mostraban no es el propio de una pareja reproductora, la cual tiende a proteger su territorio frente a los intrusos, humanos incluidos.

Cigüeñuelas comunes y tarro canelo.

La segunda limícola es el avefría europea. He disfrutado mucho de los vuelos y reclamos que realizan en época nupcial, de los cuales ya os hablaba en una entrada anterior. Había al menos dos parejas que mostraban querencia a unos terrenos cercanos a un arroyo. Hacia finales de junio tendría que volver para ver si han tenido éxito o no en la reproducción.

Avefría europea

Estos son unos pocos ejemplos de lo que se puede descubrir leyendo en las fuentes correctas y saliendo al campo. Aunque debo decir que en muchas ocasiones en el campo descubriremos cosas que no estarán escritas. Por ejemplo, ver alguna especie que creíamos que no se dejarían caer por muestra zona de campeo. 

Por último, a fecha de junio de 2015 he conseguido detectar 144 especies de aves, además de tener 6 más con serias dudas, de forma que no pongo.
Gracias a que he ido elaborando una especie de cuaderno de campo, he podido realizar una especie de tablas fenológicas con datos propios. Éstas no están completamente cerradas, ya que es muy probable que vaya añadiendo muchos más datos (meses en los que he podido ver a una determinada ave o nuevas especies). Tampoco están cerradas al público, por lo que si alguien quiere colaborar, sus citas también serán bienvenidas. Os dejo el enlace al documento pdf (Listado sistemático de las aves de la ZEPA nº139) en la barra lateral derecha, para que los consultéis cuando queráis. Espero que os guste.




sábado, 16 de mayo de 2015

Orquídeas ibéricas por la ZEPA nº139.

Me gusta contemplar la naturaleza por dos motivos fundamentales, aunque seguramente exista alguno más que no he conseguido identificar hasta el momento. El primero es sencilla y llanamente porque me gusta, es mi afición, la cual comparto con muchas más personas conocidas como naturalistas. Nos gusta salir al campo a observar, identificar y a intentar entender y aprender, aunque esto último sin olvidarnos de los libros y otras lecturas.
El segundo motivo también es muy sencillo y válido para cualquier persona, sea naturalista o no. Salir del pueblo (porque por suerte vivo en un pueblo y no en una pequeña, mediana o gran ciudad) me lleva a un estado de sosiego que solo consigo de pocas formas más. Y tal vez esta sea la más efectiva. Por ello, no puedo dejar de recomendar salir al campo aunque sea unos minutos y en la cercanía del pueblo. Al menos, esta actividad tiene para mí un efecto inmediato que me permite despejar la mente de la intensa labor desarrollada a lo largo del día, de forma que recargo pilas y así puedo concentrarme mejor en mi labor. Además, estoy casi seguro que el poder de estos cortos paseos es muy superior al hecho de descansar delante de una pantalla ya sea de ordenador o de televisión, y además, invita a moverse. Por ello, salid al campo porque lo agradeceréis y seguramente vuestros conocidos también (por eso de estar más relajados).

Colonia de Anacamptis papilionacea.

Normalmente, estos paseos los realizo por los amplios llanos cerealistas, observando y contando su fauna asociada, y otra que no lo es tanto como es el caso de las rapaces. Es curioso, pero al llegar abril y durante el mes de mayo he observando en mi mismo que he dejado de lado estos llanos y he preferido ir a otros lugares dentro de la ZEPA nº 139, como bosques de ribera o zonas de matorral. Tal vez el ir a estos lugares lo haga de forma inconsciente, ya que mi Pepito Grillo me dicta que es mejor no estar en determinadas zonas donde podría causar molestias a determinadas aves bastante sensibles durante esta etapa de su vida.
La extensión de los bosques de ribera y de las zonas de matorral, junto a otros hábitats, es mínimo en comparación a las zonas de cultivos cerealistas. Sin embargo, tienen un gran interés al contar con especies de fauna y flora que de otra forma no tendríamos, e incluso me atrevería a decir que son refugios para los insectos que luego pasarán a formar parte de la dieta de muchas aves, incluidas las esteparias. 

Cantuesos en flor.

El caso es que gran parte de abril la he pasado mirando al suelo en lugar de al cielo o al horizonte. Lo he pasado buscando flores, especialmente orquídeas silvestres. No tenía muchas esperanzas, por no decir ninguna, debido a que en los mapas de distribución de algunas páginas de Internet y a que no hay mucha información sobre ellas en la Comunidad de Madrid. También, y no menos importante, por mi inexperiencia para dar con ellas, ya que anteriormente por aquí sólo había conseguido dar con Anacamptis papilionacea.

Anacamptis papilionacea.

Este año, y seguramente ante la atónita mirada de muchos recolectores de espárragos que había por la zona, mientras deambulaba sin destino concreto y mirando al suelo como si de un ser de fantasía se tratara, di con la primera con ellas. Allí estaba, blanca, pequeña, y especialmente, solitaria. Volví días sucesivos, pero se seguía encontrando sola, sin ninguna otra orquídea que la acompañara. Se trata de Neotinea conica, cuyo nombre específico (conica) lo recibe gracias a la forma de su inflorescencia.

Neotinea conica.

Tras unos días de lluvia volví a esos pastos, donde tuve la oportunidad de dar con varios pies más de esta orquídea, distribuidos de forma dispersa, aunque en algunos lugares formaban pequeñas concentraciones de 8 a 10 ejemplares de variados tamaños y con flores de rosadas a blancuzcas.

Neotinea conica.
Neotinea conica (vista axial).

Venía de verlas cuando al intentar localizar a un pajarillo cuyo canto me resultaba desconocido di con otra especie en esa misma parcela. En esta ocasión era una de esas orquídeas abeja que tanto me llaman la atención por la peculiar forma de sus labelos. La forma del labelo no es así por casualidad (en la naturaleza hay pocas casualidades), ya que las flores buscan llamar la atención de algún macho de himenóptero de forma visual, olfativa e incluso táctil con una especie de pelitos que presenta. El macho, pensando que se trata de una hembra, acude presto  para intentar reproducirse, aunque en realidad ocurre lo que se conoce como pseudogestación. En este proceso el macho ha sido engañado por la flor y sale de allí impregnado de polen que con suerte llevará hasta otra orquídea del género.
Esta es una cosa, desde mi ignorancia de mero observador, que me intriga sobremanera. Cómo llegarían estas orquídeas a adquirir esa forma del labelo para que los pobres insectos se sientan tan específicamente atraídos hacia ellas. Se que por selección genética...lo que me gustaría saber es cómo se ha producido ese proceso selectivo desde su origen.

Ophrys tenthredinifera.

El ejemplar encontrado, el único, es de la especie Ophys tenthredinifera. Además, en un estado bastante malo desde el día que la vi. Posteriormente he ido a buscar más ejemplares de esta especie por las inmediaciones, pero no he tenido la suerte. También más especies del género Ophrys, pero tampoco a habido suerte.
En lo que sí parece que he tenido suerte es que esta especie parece rara por esta zona de la Península Ibérica. Todavía no entiendo mucho de orquídeas y me cuesta conocer la distribución de las mismas. Eso sí, al juzgar por la reacción de una persona que sí las conoce bien no debe de ser algo usual, y además, en los mapas de distribución en la mitad norte de la Península Ibérica no es tan frecuente. Dentro de un año tendré que volver a ver si sigue y si hay más.

Ophrys tenthredinifera.

En el pasto donde he visto tanto N. conica como O. tenthedinifera se encuentra otra especie de orquídea, Anacamptis papilionacea. No es el mejor lugar para localizarla, ya que sólo hay unos cuantos pies bastante dispersos.

A. papilionacea.

Esta planta, conocida comúnmente como hierba de muchacho u orquídea mariposa, es una de las más fáciles de ver debido a su distribución y número dentro del espacio protegido. Se llegan a ver desde unos pocos ejemplares hasta colonias de varios cientos de ellos (por no decir miles), dando un moteado fucsia al tapiz verde de la hierba.

A. papilionacea floreciendo.



Además, comparte terrenos con otras plantas que ahora están más o menos bonitas, como es el caso de los cantuesos, las aulagas, el tomillo y otras muchas plantas, con flores de colores tan diferentes como el violeta, el amarillo o el blanco.





Aunque esta misma flor presenta diferentes tonalidades de rosa, llegando en algunos casos hasta el blanco, en lo que se conoce como hipocromatismo en el argot botánico. No es algo único de A. papilionacea, ni siquiera de las orquídeas, aunque puede que sí sea la familia en la que más nos fijemos para buscar este raro carácter. Hace un año ya detectaba una de color rosa clarito, pero este año al fin daba con una completamente blanca.

A. papilionacea hipocromática.
Gradación de tonalidades.

Os dejo con unas fotografías más de esta especie, mucho más abundante de lo que pensaba en un primer momento, pero también con un mensaje que considero necesario. De la colonia que vi el año pasado, la segunda vez que estuve por allí muchos pies estaban cortados, posiblemente por la acción de un rebaño de ganado ovino. Sin embargo, debido a su belleza no me extrañaría que también aparezcan cortadas, pero por la acción de unas tijeras. Son muy bonitas, lo reconozco, pero mejor dejarlas en su lugar para el disfrute de todos los paseantes antes que llevárselas a casa, donde marchitarán en pocos días.





En algunos lugares, junto a A. papilionacea he podido encontrar otra especie o especies del mismo género. Se trata de A. morio, cuya clasificación taxonómica está en constante revisión. He conseguido localizar a tres subespecies. La primera fue A. morio subsp. champagneuxii (que al igual que las siguientes subespecies, algunos botánicos lo elevan a nivel de especie como A. champagneuxii).

A. morio subsp. champagneuxii.

También vi junto a ellas A. morio subsp. picta. Fue aquí donde mis problemas para la correcta identificación de las subespecies de A. morio empezaron. Gracias a la amabilidad de Ángel Mar (cuyo blog podéis visitar pinchando en http://elorquideario.blogspot.com.es/) la correcta identificación fue mucho más fácil, te doy muchas gracias por ello. 


A. morio subsp. picta.

La complicado no es diferenciar entre A. morio subsp champagneuxii y A. morio subsp picta, ya que aunque la forma de la inflorescencia y de las flores es bastante similar, con el labelo bastante estrechado debido a los lóbulos laterales plegados hacia abajo, la primera presenta la parte central prácticamente blanca y sin manchas, mientras que en la segunda aparecen máculas más o menos extensas.
El problema llega con la tercera en discordia, A. morio subsp. morio, que guarda mayor parecido con A. morio subsp. picta, especialmente para un inexperto como pueda ser mismamente yo. Mirándolas detenidamente, veo que la inflorescencia de A. morio subsp. morio es bastante más densa que la de A. morio subsp. picta, y que las flores también tienen ligeras diferencias, especialmente en los lóbulos laterales del labelo, los cuales están más extendidos hacia fuera.


Flores de A. morio subsp. morio.
A. morio subsp. morio (¿?)

En cualquier caso, os dejo una imagen donde podréis comparar las tres subespecies de A. morio presentes en la ZEPA nº139.

Subespecies de A. morio.

Entre los nombres vernáculos utilizados para nombrar a A. morio en cualquiera de sus subespecies se encuentra satirión, o compañón. Este último nombre, si os animáis a buscarlo en el diccionario de la RAE, es un nombre poco usado para testículo. Y eso que parece que se van dejando de utilizar otros nombres más políticamente incorrectos, como es compañón de perro, testículos de perro o cojón de perro. Poco a poco, con más pena que alegría, nos vamos quedado sin pollas de agua (gallineta), sin pitos negros (picamaderos negros), e imagino que dentro de poco le tocará al chochín, por nombrar algunos nombres de especies de aves, que es lo que más controlo yo.
La subespecie más frecuente ha sido A. morio subsp champagneuxii, seguida por A. morio subsp. picta y por último A. morio subsp morio, llegando a las varias decenas o pocas centenas.

Grupo de A. morio subsp. champagneuxii.
Grupo de A. morio subsp. champgneuxii junto a A. papilionacea.

Como vemos en la anterior fotografía, tanto A. morio como A. papilionacea comparten terrenos, lo cual lleva a otro proceso curioso de las orquídeas, la hibridación. Para entenderlo rápida y fácilmente, el polen de una especie llega hasta el ovario de otra especie diferente del mismo o de diferente género, produciéndose semillas que darán lugar a un ejemplar híbrido. Y el híbrido de A. morio x A. papilionacea se conoce como Anacamptis x gennarii.

A. papilionacea (arriba), A. morio (centro y derecha) y A. x gennarii (abajo izquierda).

Si ya hay variabilidad en cuanto a formas y colores dentro de una misma especie como ya hemos ido viendo, imaginémosno si a estas mismas especies las cruzamos. O mejor que ello, mejor veámoslo con unas pocas imágenes de Anacamptis x gennarii.







Como curiosidad, y tal vez alguien me lo pueda explicar, vi híbridos de A. morio x A. papilionacea en dos parcelas separadas en algo más de 10 kilómetros en línea recta. En la primera de ellas el número de A. papilionacea era muy superior al de A. morio, y además el número de híbridos era también muy elevado, incluso me atrevería a decir que superior al de A. morio (lo reconozco, tampoco me detuve a contarlas).
Sin embargo, en la segunda el número de A. papilionacea era, con diferencia, bastante más bajo que el de A. morio. Además, el número de híbridos también era bajo, aunque alguno se dejaba ver.
Esto me lleva a la pregunta de si el número de parenterales y la proporción entre los mismos llevará a una mayor o menor producción de híbridos, o simplemente se ha producido esta diferencia debido al paso del tiempo.

Grupo de Anacamptis x gennarii.

Anacamptis x gennarii junto a sus parenterales.

Así, llegamos al fin a la última especie observada. Se trata de Serapias lingua, la cual llevaba tiempo deseando conocer. Fue la que más me ha costado ver, básicamente por su coloración que se llega a confundir con las briznas secas de alrededor. Así que andando con mucho cuidado para no pisarlas y no metiéndome en lugares donde no debía, las estuve observando. 

Grupo de S. lingua junto a A. morio.

Lo que más llama la atención de las serapias es la forma de sus flores, con su casco y labelo formando una especie de tubo que es utilizado por los insectos para resguardarse del frío. Aunque parece que justamente en Serapias lingua no es así, por lo que me quedo con las ganas de contar el proceso de polinización del género.

Tubo característico del género Serapias.

La especie S. lingua para atraer a los insectos polinizadores utiliza una especie de callosidades muy llamativas por su color y brillo. Además, el color de su lengua es también variable, desde el mismo que presenta el resto de la flor (rosa clarito) hasta colores asalmonados o rojos intensos.

Serapias lingua.
Serapias lingua.
Diferente coloración de la "lengua" de S. lingua.

De esta forma, esta temporada de orquídeas he aumentado la lista de las especies y subespecies que se pueden encontrar por la ZEPA nº139, lista que ojalá aumente en los siguientes años. E igual que la petición que hice en la entrada anterior, agradeceré mucho si alguien me envía citas de orquídeas dentro de este espacio protegido, sea de las mismas o diferentes especies.



Para finalizar, mis más sinceros agradecimientos a aquellas personas que me han ayudado en la identificación de las especies, especialmente a Ángel Mar cuyo blog he puesto anteriormente y que deberíais conocer.
La información la he obtenido especialmente de su blog, pero también de las páginas web http://www.orquideasibericas.info/ y http://www.floraiberica.es/index.php, además del libro "Paisaje vegetal del noroeste ibérica: el litoral y orquídeas silvestres del territorio" que aunque no sea de la Comunidad de Madrid es válido para la identificación y otros aspectos relativos a nuestras orquídeas.

P,D: he utilizado la clasificación de la página web "Orquídeas ibéricas" para que todo el que desee pueda acceder a la misma y buscar información sobre las especies aquí vistas. En todo caso, la clasificación de las orquídeas es complicada y cambiante cada poco tiempo, y además no soy ningún experto para utilizar una u otra.