jueves, 11 de julio de 2013

Una semana con los búhos chicos.

Como ya dije en mi anterior entrada, de avistamientos desde la ventana en el mes de junio, tuve la visita continua de unas pequeñas rapaces nocturnas, rapaces que me han entretenido durante este último periodo de exámenes en el que no he podido salir a disfrutar del campo.



Todo empezó durante la comida del día 18 de junio. Mi padre, un poco enfadado, comentaba que aquella noche no había podido dormir debido a un pájaro que no paraba de cantar (en ese instante pensé en un mirlo) y que posteriormente un gato empezó a maullar. 
Sin embargo, mi madre y mi hermano, que también lo habían escuchado, dijeron rápidamente que aquello no sonaba ni a un mirlo ni a un gato, ya que el canto les parecía muy agudo y monótono. Desde luego, las cosas cambiaban y se hacían mucho más ilusionantes.

Un probable mochuelo pululaba por el pueblo. ¿Tendría oportunidad de escucharlo o verlo durante la siguiente noche?, ¿y cómo era posible que durante la noche en la que toda mi familia lo había escuchado yo no me había enterado de nada pese a que mi hermano dijera que estuvo posado en nuestra antena de televisión?. Desde luego, la factura del estudio es esa, uno acaba derrotado.

Para asegurarme de que se trataba de un mochuelo europeo (o común) le puse a mi hermano un audio de su reclamo. Decía que sí se parecía, pero el que él escuchó era más "agudo y pausado". (Para escuchar el reclamo del mochuelo europeo pinchar AQUÍ).

Debo decir que estaba completamente ilusionado porque mi suerte con las rapaces nocturnas es nula: un mochuelo desde el coche y una probable lechuza volando por la noche, nada más (en libertad). Así que esa misma noche lo estuve esperando, ya que tenía ganas de ver a una rapaz nocturna y más siendo desde casa. Sin embargo, me fui a la cama sin escucharlo y mucho menos sin verlo.

Cosas del subsconsciente o lo que sea, esa primera noche empecé a escuchar esos reclamos que decía mi hermano. No era uno, si no dos los individuos que se dejaban escuchar, uno más lejano y otro como si estuviera en la habitación. ¿Estaría soñando con los sonidos que me describió mi hermano o eran realmente ellos? Al fin me desperté y me desperecé, y di un salto de la cama como si fuera un niño en la mañana del 25 de diciembre. Me puse las gafas y me asomé a la ventana.

Y allí estaba, posado en la antena de una casa vecina, un ave demasiado grande como para ser un mochuelo. La primera impresión que tuve fue la de una paloma torcaz. Pero no, no podría serlo y además, era esa figura en la oscuridad de la noche la que estaba reclamando. La miro con los prismáticos y con la poca luz que me llega veo que es una figura de mediano tamaño y relativamente esbelta.
Cojo la cámara, que tenía medio preparada por si  había suerte (aunque sin saber qué parámetros utilizar) y me dispongo a hacer unas fotografías para ver qué salía ya que no tenía ninguna experiencia previa en fotografía nocturna (y además, teniendo que enfocar de modo manual por la noche).
Tenía la esperanza de que una sola fotografía me sacara de mis dudas. Pero antes de hacer la fotografía veo que llega el otro individuo para posarse también en una antena cercana. Qué bonito parecía en vuelo, con la parte ventral de las alas clara y oscura en el dorso.
Al fin hice la fotografía, pero no me sacó de dudas. Medio dormido todavía y teniendo que levantarme pronto al día siguiente, le eché un ojo rápido a esa fotografía de poca calidad. Desde luego, aquello no era un mochuelo, ¿serían los también comunes cárabo común o lechuza común?. A la mañana siguiente, tras las horas de estudio y guía en mano, lo comprobaría.



Desde luego, cuando me levanté a la mañana siguiente lo primero que hice fue buscar la especie de la que se trataba. Me di cuenta que en la fotografía asomaba una pequeña oreja desde su cabeza. Era lo que menos me esperaba: ni mochuelo europeo, ni lechuza común, ni cárabo común, eran dos búhos chicos (Asio otus). Algo que corroboré escuchando los audios de sus diferentes reclamos hasta que di con el que yo buscaba, y desde luego, era el que describía mi hermano (para escuchar el reclamo del búho chico pinchar AQUÍ). Y ya fue seguro cuando Alberto Benito lo acertó sin ninguna duda en la anterior entrada con sólo ver parte de su cara.

En los sucesivos días siguieron apareciendo, siempre al caer la noche o de madrugada, haciendo que un observador de la naturaleza como yo disfrutara durante unos instantes. Vi a un individuo posado a lo lejos, sobre una antena, llevándose una de sus garras a la cara, tal vez estuviera comiendo algo.
Posteriormente a ambos, volando de un lado a otro sobre el pueblo hasta finalmente desaparecer de mi vista para reaparecer. Para mí es cuanto menos curioso el efecto de sus tonos claros en la zona ventral y oscuros en el dorso, que junto a su vuelto zigzagueante parecía que el animal aparecía y desaparecía en la oscuridad de la noche.
Pero desde luego, lo mejor era verlo posado en la antena de mi casa o en alguna de las antenas cercanas. De este momento sólo tengo una fotografía (que se encargó mi hermano de hacerla), pero lo que es observarlo, lo conseguí observar durante todos los días de esta espectacular semana. Tan estilizado cuando está tranquilo, con sus largas plumas que hacen de oreja, sus enormes ojos negros y anaranjados y esas cejas tan particulares. Y todo, sin parar de reclamar, reclamos que casi daban miedo al escucharlos tan cercanos y tan agudos.



Pero en fin, el día 24 de junio, justo una semana después de su aparición volvieron a enmudecer. Los búhos chicos probablemente se habrían ido o estarían por aquí pero pasando más desapercibidos. Así, volvió la tranquilidad al pueblo, algo que seguramente muchos vecinos desearían, ajenos a que la naturalza nos visita también en nuestros pueblos y ciudades de distintas formas.

Lo bueno de haber escuchado y visto a estos búhos chicos es saber que unos reclamos que escuché durante varios días hará cosa de 3 ó 4 años eran los de ellos. Pero por entonces no estaba muy introducido en este mundo de la ornitología, aunque también pensé que serían mochuelos (pero ya he visto estaba equivocado). 
Se escucharon durante varios días, hasta que mi madre me dijo haber escuchado varios disparos por la madrugada y no se los volvió a escuchar. A algún vecino les molestó demasiado, en fin.

Estos parece que han corrido mejor suerte. Y además, a mi vuelta de vacaciones los he vuelto a escuchar (días 8 y 9 de julio), pero en la lejanía. Ya no se adentran tanto en el pueblo y su reclamo no es tan insistente. En cualquier caso, no pierdo la esperanza de volver a verlos, y además estaré deseoso de que llegue un nuevo junio.


P.D: lo siento por la baja cantidad y calidad de las fotografias. Si alguien me puede ayudar para otra ocasión con los parámetros a poner a la cámara réflex y el procedimiento, se agradecería mucho.



4 comentarios:

  1. Una maravilla este primer encuentro con los búhos chicos en tu pueblo. Yo todavía no he tenido la suerte de cruzarme ninguno pese a tener dos cajas nido diseñadas para ellos...

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    1. Desde luego que lo ha sido. Ya estoy esperando que llegue el año que viene y vuelvan a aparecer.
      Desconocía que los búhos chicos admitieran cajas nido como tal, pensaba que se les ponía cesta de mimbre ya que crían en antiguos nidos de córvidos (por lo que he leído).

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  2. Buena semana, lo gracioso es cómo al final nos ha pasado lo mismo a los dos, cómo nos hemos dado cuenta de que hace años oímos búhos chicos en nuestros pueblos respectivos y nos hemos dado cuenta ahora al oírlos este año. Lo que hace estar informado.

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    1. Muy buena semana que espero que se repita en un futuro. Es lo malo de no conocer bien todos los reclamos, sobre todo sin estar tan metido en esto.
      Seguro que también los pillas y los fotografías mejor que yo.

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