domingo, 25 de octubre de 2015

Movimientos de las avutardas comunes.

Después de tanto tiempo con este blog me animo a hacer una primera entrada sobre la especie reina de nuestras llanuras cerealistas: la avutarda común. Por su tamaño, por biología y por su espectacular baile de cortejo atrae la mirada de muchos aficionados a la ornitología, tanto que vienen desde fuera de nuestras fronteras para observar a estas magnífica ave. No es para menos, según las estimas poblaciones en la Península Ibérica acogemos a más de la mitad de su población mundial, con un censo total de 22,429 ejemplares según podemos leer en el monográfico de SEO/Birdlife publicado en 2005 sobre esta especie.
En la Comunidad de Madrid las estimas daban un resultado de 1.300 animales reproductores. Es bien sabido que estos animales son fieles a su zona de reproducción, desplazándose ésta de año en año unos pocos metros. Estas zonas son conocidas como leks, y en la ZEPA nº 139 contamos con varios, que por motivos obvios son totalmente desconocidos por nosotros (habrá que dejar tranquilas a estas aves y que disfruten de sus momentos más íntimos en soledad).



Después de la época reproductora los machos pueden permanecer en la zona de lek o bien realizar pequeñas migraciones, de unos pocos kilómetros de distancia. Al igual que los machos, las hembras también siguen unos patrones aunque ligeramente diferentes. Éstas, durante la incubación y cría de sus pollos pueden permanecer bien en las inmediaciones del lek o bien desplazándose más o menos del mismo para llevar a cabo estas tareas. En cualquier caso, lo que sí es importante es que aquellas avutardas que realizan migraciones son muy fieles tanto a su lek como a su área de invernada. Como una idea peregrina se me ocurre que tal vez sea tan necesario conservar los leks como sus zonas de invernada.



Esto, y muchas más cosillas, se han descubierto gracias a estudios científicos. Yo no he realizado ninguno de estos estudios, simplemente soy un observador de aves al que le gusta fijarse tener en cuenta los patrones que van siguiendo las aves a lo largo de las estaciones y de los años.

Hay biólogos que sí realizan estos estudios en la ZEPA nº 139 (avutarda marcada).

Hay una zona dentro de la ZEPA nº 139 a la que tengo especial aprecio. En esta zona comienzo a observar bandos más numerosos a partir de septiembre de cada año. En verano, el número de las mismas es mucho menor e incluso no se las ve por allí. Poco a poco va aumentando en número, hasta llegar a formar concentraciones que superan el centenar de ejemplares invernantes. Estas cifras se suelen dar desde finales de noviembre hasta finales de febrero, fecha a partir de la cual el número de avutardas que utilizan esta zona va disminuyendo ya que tanto machos como hembras se empiezan a dirigir a sus respectivos leks.

Avutardas observadas en octubre.
Avutardas observadas en noviembre.
Avutardas observadas en diciembre.
Avutardas observadas en enero.
Avutardas observadas en febrero.


 Aunque siguen este patrón en su comportamiento anual, en la temporada invernal de 2014-2015 el número de avutardas que utilizaron esta zona fue sensiblemente menor, llegando a ver normalmente la media centena de avutardas. Perito, esto se basa en mis percepciones y ni mucho menos es un estudio científico. Sin embargo, pienso que esto también se debe al uso del suelo que se ha producido en años sucesivos, pasando de campos cultivados con rastrojeras en un año, a campos cultivados al siguiente y en este último únicamente rastrojeras. Además, en algunas parcelas nos encontrábamos plantaciones que atraen a las avutardas, como la veza o la colza. Estas especies cultivadas en la temporada pasada se situaban en zonas diferentes, de forma que era más fácil observar avutardas en estos mismos lugares. 


Además, me hacía otra pregunta muy sencilla. Desde dónde venían y hacia dónde iban tras pasar el invierno por aquí. La pregunta es sencilla, aunque difícil de responder ya que no cuento con ningún método de seguimiento. Sin embargo, sabemos que los desplazamientos que realizan son relativamente cortos. Estas avutardas que pasan el invierno por aquí parece que proceden de dos zonas diferentes dentro de la ZEPA nº 139, tanto al norte como al sur.
Y aunque prefieran permanecer en este lugar, durante el mismo invierno no dejan de realizar desplazamientos más largos hacia otras zonas que también utilizan para alimentarse o descansar. 




Así, por lo que he podido ver hasta el momento, es que las avutardas tienen una zona de invernada que utilizan todos los años en mayor o menor medida en función de la rotación de cultivos, y que éstas además que proceden de al menos dos zonas diferentes dentro de la ZEPA nº 139. Seguramente existan otras zonas de invernada, pero o bien las desconozco hasta el momento o bien no he conseguido dar con un patrón más o menos establecido.

Como curiosidad, el primo pequeño de la avutarda, el sisón común, parece que también sigue algunos patrones en sus movimientos. Pero dado que su número es bajo, su difícil detección y a la disminución de su población no he podido fijarme mucho en ello. Lo que sí puedo decir es la presencia de grupos de unos 30-40 ejemplares entre septiembre y noviembre en dos años alternos coincidiendo con la presencia de rastrojeras en ese mismo lugar.