sábado, 15 de febrero de 2014

Etapa I por la Cañada Real Galiana: de Ribatejada hasta más allá de Jardín de Serracines.




Características de la ruta:
  • Municipios: Ribatejada, Fresno de Torote y límite municipal entre Fresno de Torote y Valdeolmos-Alalpardo.
  • Tipo de recorrido: lineal.
  • Distancia: 5,15 km (ida).
  • Tiempo de recorrido: aproximadamente 3 horas y media entre ida y vuelta, dependiendo del ritmo y tiempo dedicado a la observación.
  • Señalización: no.
  • Hojas del mapa topográfico del IGN: 510 y 535 a escala 1:50000; 510 C3 y 535 C1 a escala 1:25000. Las hojas 510 y 510 C3 casi no se utilizan, no siendo necesarias.
  • Época recomendada: se deben evitar los días más fríos del invierno y más calurosos del verano. Por interés botánico y paisajístico la mejor época es a finales de primavera, cuando florecen aulagas, encinas y retamas.
  • Aconsejable leer la entrada de Recomendaciones y consejos (pinchar AQUÍ)
  • Otros: si no se quiere realizar el recorrido completo se puede dejar el coche en las urbanizaciones Paraje del Arzobispo o Jardín de Serracines y empezar en este punto.




Especies de interés: sólo incluiré las especies avistadas personalmente o que por su distribución es muy probable que se encuentren:
  • Residentes o visitantes habituales: cigüeña blanca, avutarda, buitre leonado, buitre negro, ratonero común, águila real, águila imperial, aguilucho lagunero, cernícalo vulgar, perdiz roja, colirrojo tizón, tarabilla común, curruca rabilarga, carbonero común, cogujada común, triguero, escribano montesino, jilguero, pardillo común, verderón común, verdecillo, grajilla. De los mamíferos sobresale el corzo.
  • Invernantes: aguilucho pálido, milano real, avefría europea, gaviota sombría, petirrojo, lavandera blanca, bisbita pratense y mosquitero común.
  • Estivales: milano negro, águila calzada, aguilucho cenizo y culebrera europea.
  • En paso/estivales: papamoscas gris, papamoscas cerrojillo, collalba gris, tarabilla norteña, y mosquitero musical. Probablemente, la grulla.

Cómo llegar: dado que la carretera M-113 es la misma que la utilizada para llegar hasta la ruta "Por el río Torote, junto a la ermita de la Virgen del Espino" copio parte del texto de dicha entrada.
Para llegar hasta la carretera M-113 existen varias opciones:
  •  En el caso de que el visitante sea alguien de Madrid ciudad (o tenga que pasar por allí), la forma más rápida de llegar es a través de la autovía de circunvalación M-50.  Se toma la salida 10 de dicha autovía y seguir en todo momento dirección Ajalvir-Daganzo.Al llegar a Ajalvir, en la primera rotonda tomar la segunda salida, en dirección Daganzo de Arriba, hasta salir del pueblo. En las siguientes dos rotondas se toma también la segunda salida.Ya en Daganzo de Arriba, en la primera rotonda tomar la segunda salida (centro urbano-Fresno de Torote) y en la siguiente rotonda se toma la tercera salida. Siguiendo esta travesía se sale del pueblo en dirección Fresno de Torote.
  • En el caso de venir desde la autovía A-2 dirección Madrid, a la altura de Alcalá de Henares se toma la salida 30, que al principio es una vía de servicio. Una vez nos situemos en la vía de servicio, tomar el segundo desvío, indicado como "M-100 Daganzo-R2 Madrid Zaragoza". Tras salir, seguir recto hasta la primera rotonda, donde tomaremos la segunda salida. Salimos a una carretera rápida de construcción reciente (M-100) y una vez pasada la salida de la R-2, se toma la salida inmediata en dirección Daganzo de Arriba. Al llegar a Daganzo, en la primera rotonda girar a la derecha, de forma que seguimos la calle hasta llegar a una travesía. En ese cruce, girar a la derecha. Ya estamos en la carretera M-113 en dirección Fresno de Torote.
  • Una vez nos encontremos en la carretera M-113 no hay mucha pérdida. Hay que cruzar Fresno de Torote, Serracines, dejar a nuestra izquierda las entradas a las urbanizaciones Jardín de Serracines y Paraje del Arzobispo, y se llega a Ribatejada, pueblo de inicio de la ruta. Una vez en Ribatejada se toma la segunda calle a la izquierda, y justo después la primera a la izquierda (calle Mayor Baja), la cual está empedrada. Hay que dejar el coche al final de esta calle, ya que la ruta comienza en el camino que parte de la misma.
  • Desde Guadalajara también se puede llegar a través de la carretera nacional N-320. Esta carretera hay que seguirla hasta la urbanización Las Castillas, donde existe un desvío a la izquierda (formando una raqueta). Hay que seguir la dirección M-113 Ribatejada Madrid. Una vez en la carretera M-113 seguimos hasta Ribatejada y se toma la sexta calle a la derecha desde el inicio del pueblo, y posteriormente la primera a la izquierda (calle Mayor Baja).

En autobús existen dos opciones:
  • Línea 256 Madrid (Barajas) - Daganzo - Valdeavero.
  • Línea 251 Torrejón de Ardoz - Valdeavero - Alcalá de Henares. En este caso no todos los autobuses salen ni llegan de Alcalá de Henares.
Descripción de la ruta:  esta ruta se sitúa en el Ramal 1 de la Cañada Real Galiana a su paso por las estepas cerealistas de los ríos Jarama y Henares. Este ramal hace su entrada en la Comunidad de Madrid en el municipio de Ribatejada. Sin embargo, la cañada se encuentra asfaltada en sus primeros kilómetros desde Guadalajara, formando parte de la carretera M-113 primero y de las calles del pueblo después. De esta forma, debido a su menor interés paisajístico y ornitológico, además de su peligrosidad, prefiero obviar este pequeño tramo de la Cañada Real Galiana.
Por lo tanto, esta primera estapa la comenzamos ya en el propio pueblo (Ribatejada), exactamente en la calle Mayor Baja, la cual se caracteriza por estar empedrada y encontrarse allí el polideportivo municipal. Curiosamente ya tendremos la oportunidad de ver a los primeros pajarillos, como el petirrojo o el pinzón vulgar.

Continuamos hasta el final de la calle, donde comienza el camino de tierra, ya estamos en el propio inicio de la ruta. Lo primero que tenemos que hacer es bajar hasta el arroyo de Chivares, aunque es más fácil ver la vegetación que crece a su alrededor que el agua. Pasado el arroyo, a ambos lados, se encuentra la primera zona de matorral, con presencia de retamas y zarzamoras. Aquí se encuentran grupos de especies algo más urbanitas, como el gorrión común.
Poco a poco vamos alejándonos de la zona de influencia urbana y, a medida que vamos subiéndo, nos encontraremos entre amplios campos de cultivo de secano a uno y otro lado. A la izquierda ya se dejan adivinar las llanuras cerealistas que acompañan al río Torote; y a la derecha los campos son rápidamente interrumpidos por la pequeña parte de la raña de Guadalajara que se introduce en Madrid. En cambio, estos campos son elegidos por algunas especies de rapaces para cazar, como es el caso del milano real o el aguilucho lagunero occidental; o de aquellas que utilizan las partes más altas para sus desplazamientos, como el águila imperial o los buitres.




Continuando nuestro recorrido tenemos que bajar primero hasta el arroyo Valdebecerro, siguiendo por la derecha en el primer desvío y dejando a nuestra derecha el conocido como Cerro de la Tabernera.



De esta forma comienza la segunda ascensión del día. A partir de este punto, a los bordes del camino ya se empiezan a ver las primera aulagas, pero también algunos pajaros asociados a ambientes agrarios como la cogujada común. Y según avanzamos y el retamar se hace más denso aparecen trigueros, colirrojo tizones, tarabillas comunes, bisbitas pratenses, mosquiteros comunes, o los pajarillos típicos del paso migratorio. Sin embargo, por esta zona merece estar atentos al monte que se encuentra a la derecha ya que es posible sorprender a algún grupito de corzo en pleno día.



Poco antes de llegar a la urbanización Paraje del Arzobispo hay un desvío que hay que tomar hacia la derecha. De esta forma se sigue la Cañada Real Galiana, la cual va bordeando a ambas urbanizaciones hasta el final de Jardín de Serracines. En ningún caso hay que tomar ninguno de los caminos que salen hacia la izquierda o hacia la derecha, hay que continuar rectos.
Sinceramente, creía que este sería el peor tramo (y la peor etapa) ya que pensaba que debido a estas dos urbanizaciones el número de especies de aves sería mucho menor, pero nada más lejos de la realidad. Que haya más de lo que pensaba es debido a que las partes más elevadas y cultivos están separadas de las urbanizaciones por bastante matorral, especialmente retama y aulaga, además de árboles de poco porte. De esta forma, se ven numerosos jilgueros, pardillos comunes, verdecillos y verderones, además de otros muchos pajarillos. En cambio, el más interesante debido a su relativa escasez en la ZEPA nº 139 es el escribano montesino, aunque desconozco su fenología por aquí (sólo los he visto en invierno).
Entre las aulagas también es posible escuchar, e incluso ver tras estar un rato parados, a las currucas rabilargas.

Es en esta zona, entre el arroyo de Valdebecerro y el al final de Jardín de Serracines cuando habremos hecho la mayor subida, en algunos casos con fuertes pendientes. Sin embargo, el hecho de ir mirando a los pajarillos y deteniéndose para ello hace que casi no nos demos cuenta del ascenso.



Tras dejar atrás Jardín de Serracines y llegar arriba del todo (sin tomar en ningún caso el camino de la derecha que sigue ascenciendo)  nos daremos cuenta de golpe del verdadero significado de las "estepas cerealistas de los rios Jarama y Henares", aunque en realidad veremos el valle formado por el río Torote.
Amplias zonas de cultivos de secano en un terreno ondulado. Y como muchos ya sabrán, esto es territorio de aves esteparias: ya es posible observar algún grupo de avutardas; al aguilucho pálido o al aguilucho cenizo en vuelo; durante el invierno grupos de avefrías, cigüeñas blancas, lavanderas blancas y estorninos pintos alimentándose en los terrenos arados; o cogujadas comunes y otros aláudidos caminando o volando en grandes bandos.



Y ya que estamos en la parte más alta mientras continuamos nuestra ruta tal vez aparezca alguna rapaz en vuelo bajo, como los buitres negro y leonado, o las águilas imperial ibérica, real o calzada, o la culebrera europea, o el ratonero común.



Desde una pequeña ondanada del terreno, entre las dos partes más altas del final de la ruta, tenemos la posibilidad de ver el pequeño valle del arroyo Calderón con su bosque de ribera, las llanuras cerealistas que se extienden hacia el norte, y al final del todo, la sierra madrileña.



Además, desde este punto es posible ver también algún bando de avutardas (aunque es más complicado) y algunas rapaces sobrevolando las encinas dispersas, como el halcón peregrino o el más pequeño cernícalo vulgar.



Ya queda la última subida y la bajada más acusada hasta nuestro final, siempre observando el medio que nos rodea por todo lo que pudiera aparecer. No olvidemos que las retamas gustan a los pajarillos y el suelo a las cogujadas, y en el cielo cualquier punto negro puede resultar muy interesante.




Hemos llegado al final de la primera etapa por la Cañada Real Galiana, donde se encuentra una granja de ganado ovino. Al menos, sabemos que un rebaño sigue utilizando estos caminos, cañadas históricas que poco a poco van perdiendo todo su esplendor, aunque sea para ir de los pastos cercanos a la nave donde las guardan.



En fin, los protagonistas del recorrido sin ninguna duda serán los pajarillo con una gran variedad y densidad de los mismos, y posteriormente las más llamativas rapaces diurnas. Tal vez no sea el mejor lugar para buscar a las reinas de la ZEPA nº139, las especies esteparias, aunque es posible verlas y en rutas posteriores serán más fáciles encontrarlas.



Otros puntos de interés: para completar la visita, salíendonos de la propia Cañada Real Galiana, recomiendo subir al monte de Horcamachos o al monte donde se encuentra el depósito de agua. ambos son recorridos por diferentes caminos y senderos que pasan a través de las mejores formaciones de aulaga de la zona. Además, al ser un punto más alto se tienen mejores panorámicas de gran parte de las llanuras cerealistas y de gran parte de la Comunidad de Madrid.



sábado, 1 de febrero de 2014

Avistamientos desde la ventana: fin de año malo, buen comienzo.

Como ya os habréis dado cuenta muchos de los lectores de este blog, en diciembre no escribí entrada sobre los avistamientos desde la ventana durante dicho mes, ni el resumen mensual sobre mis salidas. La verdad es que la climatología llevaba sin acompañar desde finales de diciembre hasta hace bien poco, y además, las aves vistas desde casa fueron pocas y muy lejanas. De hecho, en todo el mes de diciembre sólo resaltaría que las avutardas se siguieron viendo en el campo donde las localicé el mes de noviembre, en grupos de hasta 23 ejemplares.

Mirlo común.
 
El año 2013 no finalizó como uno cabría esperar, es decir, manteniendo el nivel alto con lo visto a lo largo de los otros meses, los cuales quiero resumir brevemente:
  • En enero veía a mis primeras avefrías europeas desde casa.
  • Febrero se caracterizó por los ánsares comunes y las aproximadamente 1.000 grullas comunes en paso migratorio. Sin olvidarme de las gaviotas sombrías, la llegada de los milanos negros y el pito real.
  • En marzo llegaban las primeras águilas calzadas y cernícalos primillas, y veía a unos corzos.
  • En abril, con los pajarillos del parque en plena época reproductiva.
  • En mayo veía lo que nunca pensaba que vería en mitad del pueblo, las doradas oropéndolas en vuelo. Además, aparecía la culebrera europea, uno de mis grandes objetivos.
  • Los búhos chicos se mostraron incansables durante una semana de junio.
  • Conseguía leer la anilla de un buitre negro, y además los alcaravanes comunes pasaban al anochecer durante julio.
  • En agosto me divertía con el paso casi constante de los abejarucos europeos.
  • Septiembre se animaba con el paso de los pajarillos, además de un abejero europeo y un torcecuellos.
  • En octubre cantaba el carbonero garrapinos por el día, y una noche el mochuelo europeo.
  • En noviembre volvían las grullas y localizaba un campo querencioso para las avutardas.
  • Pero en diciembre...aburrido.

Sin embargo, tras el decepcionante fin de año 2013 la cosa empieza bien. Incluso muchos dirían que muy pero que muy bien.
Tradicionalmente pensamos que la época reproductiva empieza en primavera, pero nada más lejos de la realidad. En enero, e incluso un poco antes, se empiezan a formar las primeras parejas, arreglan su nido y muestran comportamiento territorial. Este es el caso de las cigüeñas blancas del campanario, ambas asentadas en el nido desde hace un tiempo, no hay noche que no lo pasen en él.

Además, creo que detecté otra pareja, aunque en este caso desconozco su lugar de cría. Se trata de los dos búhos reales que se encontraban a las afueras del pueblo. Los escuché mientras estaba leyendo, aunque al principio pensaba que sería el ruido de otra cosa. Pero por si acaso, mejor abrir la ventana y asomarme...y justo veía a uno volando, iluminado por la luz de las farolas, mientras otro seguía cantando cerca. Una pena no haber conseguido localizar al segundo ejemplar.
En cualquier caso, muy contento por haber visto a uno y escuchado a otro, siendo toda una novedad desde casa y en la propia ZEPA nº 139.

Sin embargo, desde el principio del mes los protagonistas diarios han sido los paseriformes: un macho de colirrojo tizón ha estado varios días por la zona, al igual que los mosquitero comunes, el petirrojo, un macho y una hembra de pinzón vulgar (especie común pero rara que la vea por aquí), un par de herrerillos comunes, la lavandera blanca, el estornino pinto, un grupo de grajillas y un par de cuervos.

Colirrojo tizón macho.
Lavandera blanca.
Petirrojo.

 Han sido las currucas capirotadas las más interesantes desde mi punto de vista y los pajarillos que más me han entretenido. En especial se veían hembras, pero de vez en cuando también aparecía algún macho con su capirote negro.

Curruca capirotada hembra.
Curruca capirotada macho.

 A las avutardas comunes las he seguido viendo en aquel terreno que sé que les gusta, aunque poco a poco parece que se adentran en otros terrenos circundantes. He visto grupos desde 5 individuos hasta los 19. Curiosamente el más numeroso de todos fue de 20 en total, pero en vuelo atravesando todo el pueblo yendo de una zona a otra sin parar en ese terreno. Desde luego, se estaban moviendo entre otros de sus lugares favoritos.
Además, el hecho de estar observando a las avutardas me permitió detectar a otro animal. En este caso se trata de 3 corzos que bajaban desde el monte a pastar todos los días durante una semana. Sin lugar a dudas el mejor momento era cuando coincidían avutardas y corzos por la misma zona.

El último momento especial fue cuando un gran bando de avefrías europeas, de 625 ejemplares, cruzaban el pueblo de norte a sur, prácticamente por encima de mi casa. En las fotografías, de dudosa calidad, me fijé por si había algún acompañante extraño, pero nada excepto un estornino.

Bando entero de avefrías europeas.
Parte del bando de avefrías europeas.

 Para el final me quedan las pobres rapaces, que han sido las típicas por aquí: milano real, buitre negro, buitre leonado (al cual no he conseguido observar hasta mediados del mes, algo muy inusual en la especie), un águila real juvenil, un águila imperial ibérica, ratonero común, y tras más de un año sin aparecer, al halcón peregrino.



Este mes se salda con un total de 28 aves (contando 7 comunes no mencionadas) y 1 mamífero. El búho real hace que en total hayan sido 71 las especies avistadas desde casa más 1 escuchada, haciendo un total de 72 especies detectadas desde casa.