lunes, 2 de septiembre de 2013

Avistamientos desde la ventana: inicio de la migración post-nupcial.

Creo que lo primero que debo hacer es disculparme por la poca actividad del blog durante el verano, básicamente debido a la casi imposibilidad de salir al campo por los periodos de vacaciones y sobre todo, por el asfixiante calor en las llanuras durante este periodo. Aquellos que conozcan este terreno sabrán que es casi un desierto.
Con la llegada de septiembre primero y del otoño después espero que el número de salidas sea superior y la actividad del blog se intensifique. Además, creo que el blog está un poco cojo sin entradas de mis salidas por las estepas cerealistas, así que he dedido que lo mejor es hacer entradas periódicas similares a "Avistamientos desde la ventana". Seguramente se trate de resúmenes quincenales o mensuales de las mismas.

Ya en el asunto principal, sinceramente este mes los avistamientos desde casa emperazon muy bien, pero al final no fue para tanto.
Empezaba muy bien, con los primeros signos de la migración que se nos venía encima, cuando en los tres primeros días veía tres pequeños bandos migratorios de 27 y 20 ejemplares (2 de agosto) y 17 ejemplares (3 de agosto) de milano negro.

Milano negro.

Además, en esos primeros días llegaba el sonido del alcaraván al pasar por encima del pueblo al anochecer, el trino de los abejarucos cada vez era más frecuente, veía de nuevo al carbonero común tras tanto tiempo, y observaba a la que sería la única novedad de este mes, un par de mitos entre los tarays y los pinos piñoneros.

Foto testimonial de mito.

Posteriormente todo se volvía más monótono, tan monótono que casi no apetecía mirar. De vez en cuanto pasaba algún solitario buitre negro o algún pequeño bando de buitres leonados. Ni siquiera las cigüeñas blancas me daban el gusto, las cuales sólo aparecían de vez en cuando hasta que finalmente desaparecieron. Tendrá razón un conocido cuando me dijo que no migraban, pero que sí abandonaban sus nidos durante una temproada para volver en otoño. Hasta entonces, habrá que esperar.

Águila calzada (izquierda) y buitre negro (derecha).

Otros que también desaparecían eran los fringílidos: no vi a ningún verdecillo durante todo el mes (ni siquiera lo escuché), a un único verderón y sólo a un jilguero...todos ellos tan comunes no hacía tanto.

En cambio, ya hacia el final del mes esto se empezaba a animar. Cada vez son más frecuentes los avistamientos de milanos reales juveniles y adultos (los verdaderos protagonistas de los cielos en las estapas cerealistas durante el invierno).

Milano real.

Además, las águilas calzadas de las dos fases pasaban frecuentemente por aquí, al igual que las culebreras europeas. Tal vez ambas especies ya se estén preparando para empezar su viaje. Viaje que ya han iniciado los tres mosquiteros musicales que se encontraban en los tarays el día 29 de agosto, espero que como antesala de los pajarillos en paso que vea desde la ventana durante septiembre y octubre.

Águila calzada de fase oscura.

Otras aves observadas a lo largo de este mes han sido cernícalo primilla, cuervo, grajilla y ratonero común, lo cual hace un total de 28 especies (sumando las 10 más comunes, aunque los vencejos ya nos han abandonado). En total ya van 67 especies detectadas desde casa (66 vistas y 1 escuchada) y espero que la suma no pare.